Crecí en Buenos Aires, Argentina, en una casa con jardín, perros, gatos y gallinas. Me encantaba el olor a la tierra mojada cuando mis abuelos regaban las plantas. Teníamos una huerta y también plantas aromáticas, muchas flores en la primavera, (recuerdo especialmente a las fresas, las rosas y a las enormes dalias), plantas ornamentales (algunas que cuidábamos de las heladas del invierno como a la dracaena rubra) y varios árboles frutales (palta, duraznero, limonero, mandarino...)

Nuestra alimentación siempre fue muy natural, casi sin conservantes artificiales y tuvimos el bello hábito de mirar por las noches a las estrellas y a la luna.... Podíamos pasar mucho rato, maravillados, en total conexión con el universo.

Luego vinieron varios años de trabajo en oficinas y con ellos, un poco de desconexión con la naturaleza. Hasta que al fin decidí estudiar Diseño de parques y jardines. Me dí cuenta de que ése era mi camino. Mediante el diseño, ahora disfruto inmensamente de acercar la naturaleza a las personas, de recrear en cada hogar, oficina, empresa o escuela, un poco de nuestra Madre Tierra. Me siento bendecida y agradecida, y quiero continuar en este camino.

Claudia Atienza